miércoles, 31 de agosto de 2011

YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS: JOSÉ ORTEGA Y GASSET


Nació José Ortega y Gasset en Madrid, el 9 de mayo de 1883. El ha dicho que nació sobre la rotativa de un periódico. Es textualmente exacto; nació en un piso sobre la imprenta de un periódico -El Imparcial- que dirigía su padre, don José Ortega Munilla, y sus libros dejan oír un rumor nativo a rotativa, porque muchos de sus capítulos han sido antes artículos de periódicos. "El articulo de periódico —ha escrito— es hoy una forma imprescindible del espíritu", y los libros futuros han de recoger en su forma y estilo la experiencia ganada en el periódico. Mas al mismo tiempo siguió, en lugar más recóndito —la Cátedra de Metafísica de la Universidad Central, en la que muy joven, en 1910, sucedió a don Nicolás Salmerón—, una áspera labor de rigurosa filosofía que se descubre como inspiración, músculo y armazón hasta en sus pasajes más literarios. Sus pensamientos no han sido ocurrencias inconexas y casuales, sino "meditaciones" a las que el análisis no ha helado con su frío ni ha quitado la apariencia encantadora de "visiones"; éste ha sido el milagro de este autor; que sus ideas aun analizadas y desarrolladas filosóficamente, guardan todavía su calor de emoción, su palpitación primera, su entereza original. Por razón de esta equilibrada combinación de elementos era, para los que necesitan clasificaciones, ante todo, un gran escritor o principalmente un filósofo, sin ver que su gran realidad humana no se prestaba a estas disecciones porque ambos componentes eran constitutivos, inseparables.

Así como el crítico de pintura Francisco Alcántara decía que la luz de la Castilla central es la quintaesencia de todas las luces provinciales, en la persona de Ortega y Gasset —castellano de nacimiento— se cruzaban sangres oriundas de los cuatro costados de España —de Galicia, de Andalucía, de Extremadura y de la Rioja—; por virtud de esta fusión ha sido Ortega y Gasset el español armonioso. Acaso nadie ha sentido como él, en la propia entraña, la rica variedad española a la par que la esencia única de lo español, el tirón centrífugo de las regiones y la fuerza de la magna Castilla que, con sólo mirarlas quietamente desde su altiplanicie, las retiene y enlaza.

Estudió el Bachillerato en el Colegio de los Padres Jesuitas de Miraflores del Palo (Málaga), donde recibió del Padre Gonzalo Coloma la enseñanza de las lenguas latina y griega, que poseía a la perfección. En 1904 se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad Central con una tesis sobre los terrores del Milenio; fue poco después profesor en la Escuela Superior de Magisterio y más tarde —como queda dicho— catedrático de la Central hasta 1936. Dos veces estuvo en Alemania, en las Universidades de Berlín y Leipzig y, finalmente, vuelve a Marburgo en 1911. Era entonces esta pequeña ciudad la Meca de la filosofía kantiana. El futuro "meditador de El Escorial" —pudridero de reyes, silla de piedra granítica al pie de la áspera cordillera carpeto-vetónica— absorbe en aquella pequeña ciudad gótica, junto a un manso río, ceñido de redondas colinas, lo que se ha llamado la corriente central del pensamiento europeo. Diez años vive ortodoxamente dentro de la filosofía kantiana. Yo la he respirado -decía- como una atmósfera y ha sido a la vez mi casa y mi prisión. Pero un día se evade. De la magnífica prisión kantiana sólo es posible evadirse ingiriéndola. Es preciso ser kantiano hasta el fondo de sí mismo y luego, por digestión, renacer a un nuevo espíritu.

Mucho antes, su primer escrito, el artículo "Glosas" —en la revista Vida nueva, de 19 de diciembre de 1902— ya señalaba su descontento hacia la filosofía tradicional por su visión del "hombre en general". En aquel artículo ya están en germen muchas de sus ideas posteriores, que tuvieron un primer desarrollo en artículos publicados en los Lunes de El Imparcial, donde colaboró asiduamente, comentando también -como antes en Faro y otras revistas, como Europa- temas y sucesos de la vida pública en que ejercía "la crítica como patriotismo". En 1914 pronunció en el teatro de la Comedia su famosa conferencia Vieja y nueva política, en que oponía dos Españas: la "España oficial" y la "España vital", expresiones todas que han quedado, porque Ortega siempre tuvo el acierto literario de forjar alguna expresión afortunada que se perpetuaba como moneda de brillo y troquel inalterables. Aquella conferencia era la presentación de la "Liga de Educación Política", que se aproximó al Reformismo para alejarse en cuanto éste hizo ademán de aliarse a los viejos partidos monárquicos. En este aspecto público de su vida ha de recordarse también la fundación —en 1915, con un grupo de escritores, Baroja, Azorín, D'Ors, Pérez de Ayala, Antonio Machado— de la revista España. Semanario de la Vida Nacional que ha dejado honda huella en la juventud española de aquel tiempo, y su articulo "Bajo el arco en ruina", en que anunciaba los separatismos de las regiones y las clases sociales. Consecuencia de aquel articulo fue la fundación, en 1917, de El Sol, donde siguió escribiendo con su firma y sin ella, y reunió en su torno una selección de grandes escritores. Más tarde fundó la "Agrupación al Servicio de la República" y fue elegido diputado por León en las primeras Cortes republicanas. Pero ya a finales de 1931, en artículos publicados en el diario Luz y, sobre todo en la conferencia del "cine" de la Opera, patentizó rotundamente su grave disconformidad con la política de los Gobiernos de la República. Una vez aprobado el Estatuto de Cataluña, su discrepancia le llevó a ausentarse definitivamente del Parlamento y, en general, de la vida política, para consagrarse exclusivamente a la filosofía. La primera enunciación clara de su filosofía aparece en su primer libro Meditaciones del Quijote (1914), donde se encuentran ya casi todos sus conceptos fundamentales, anticipándose en muchos años a las teorías filosóficas que después habían de correr en Europa bajo otros nombres. En 1916 publicó el primer tomo de El Espectador, al que seguirían otros siete, que constituyen una verdadera Enciclopedia artística, literaria y filosófica. Leyéndolos dijo el crítico alemán Ernst Robert Curtius: "Ortega y Gasset es tal vez el único hombre que puede hablar hoy en Europa, con igual seguridad de juicio, con igual brillantez en la expresión, de Kant y de Proust, del arte prehistórico y de la pintura cubista, de Scheler y Debussy." Y agregaríamos, de la teoría de la relatividad y de las evoluciones históricas, de la discontinuidad de la materia y del Estado moderno, de Mallarmé y de la etnografía, etc. Especialmente famoso es su libro La Deshumanización del Arte (1925) que constituye un diagnóstico profundo de las características del arte nuevo. En este sentido ha sido un "europeo". Hay muy pocos europeos que lleven en si la integridad de la cultura europea, sin trozos truncos, sin cegueras parciales, sin cerrazones especialistas. Uno de ellos ha sido Ortega y Gasset. En sus empresas culturales —la Revista de Occidente y sus ediciones, la "Biblioteca de Ideas del siglo XX— derramó por los países de habla española todo el pensamiento europeo. "Cultura —ha dicho— es el sistema vital de las ideas de cada tiempo". Él las ha vivido y han vivido en él, lo que no excluía una crítica aguda de la misma cultura que vivía tan plenamente. La filosofía de Ortega y Gasset combate contra el racionalismo, el idealismo y el utopismo y, si se permite la palabra, contra el infinitismo de la cultura. La cultura europea -decía- se ha apartado de la vida en la nave del racionalismo. Pero como las tripulaciones de los veleros antiguos en largas travesías, ha enfermado por falta de vitaminas. "Cultura anémica" la ha llamado Ortega en el primer tomo de El Espectador, añadiendo: "La vida tiene que ser culta, pero la cultura ha de ser vital." El tema de nuestro tiempo (1923) -así se llama otro de sus libros fundamentales- consiste en vitalizar nuevamente a la cultura, colocar otra vez la razón en su sitio; es decir, dentro de la vida. Este principio va a la vez contra el racionalismo. La "razón vital" de Ortega -desarrollada en libros posteriores: En torno a Galileo, Historia como sistema, Ideas y creencias, Ensimismamiento y alteración, Prólogo a un tratado de montería-, núcleo de su filosofía, es la superación de la antítesis de razón y vida. Este principio es el que ha salvado a la filosofía española de caer en los errores del existencialismo.

Pero siendo un "europeo" era un "español". En su primer libro decía -y podría repetirlo hasta el final de su vida- que siempre había estado "haciendo con los más humildes rayicos del alma experimentados de nueva España". Por toda su obra corre esta preocupación: ¿qué es España?, ¿qué puede ser todavía?, ¿cuál es su forma suprema de coexistencia con los demás pueblos, con esta época? Con esta amorosa preocupación ha recorrido los viejos caminos de España, por las tierras que el Cid cabalgó, por la ruta manchega de Don Quijote, primero a lomo de mulo, después en automóvil. Su última enfermedad le sobrevino tras una de estas excursiones por los pueblos españoles.

Fruto de esta preocupación fue su España invertebrada (1920), donde al análisis de la situación española, al que siguió el de la situación europea en su famoso libro La rebelión de las masas (1930) -traducido a casi todas las lenguas del mundo- se unen los primeros esbozos de una sociología que había de desarrollar después de exponerla en Argentina, Holanda, Alemania, en sus conferencias del "Instituto de Humanidades" -fundado en 1948 por él mismo- sobre El Hombre y la Gente, en el año 1949, precedidas un año antes por las del Círculo de la Unión Mercantil sobre Un ensayo de historia de Toynbee. Esta actividad de conferenciante es otro de los capítulos importantes de la obra de Ortega. Ya en 1916 y 1928 sus conferencias en Buenos Aires atrajeron tal afluencia de público que fue menester una intervención de la policía. En 1929 su curso con el tema ¿Qué es la filosofía?, comenzado en el salón "Rex" de Madrid, tuvo que ser trasladado, por insuficiencia de local, a un teatro.

En 1936, al estallar la Guerra Civil española, se traslada a Francia, Holanda, luego Argentina, Portugal, etc., y hasta 1945 no vuelve a España, donde permanece sólo sucesivas temporadas, pero sin reanudar el ejercicio de su cátedra ni participar en modo alguno en la vida pública y conservando, hasta su muerte, su domicilio de Lisboa.

En 1949 fue llamado a pronunciar el discurso inaugural del centenario de Goethe en Hamburgo; después sobre el mismo tema pronunció varias lecciones en Aspen (Estados Unidos). Aún, más recientemente, en Alemania, Suiza, Inglaterra e Italia. Era el filósofo más leído y escuchado por un público internacional y, desde luego, el de mayor influjo sobre los españoles contemporáneos, hasta tal punto que puede decirse que ha sido en España más que un hombre, un "acontecimiento". Sólo un "acontecimiento" puede influir de tal forma sobre los aspectos más heterogéneos de un país, sobre la literatura, la política, la filosofía, las artes, la enseñanza, las maneras y los estilos, sobre las capas sociales más distanciadas. A un hombre solo no se le puede reconocer este fortísimo poder de trastocación y reforma.

Muere en Madrid el 18 de octubre de 1955.

DATOS BIOGRÁFICOS DE DON JOSÉ ORTEGA Y GASSET

Fernando Vela.