domingo, 25 de diciembre de 2011
miércoles, 21 de diciembre de 2011
EL SOLSTICIO DE INVIERNO, LA NAVIDAD DE CELTAS Y ROMANOS.
La Navidad, tal y como la conocemos hoy en día, se basa en la tradición religiosa del nacimiento de Jesús, la visita de los reyes magos y los milagros hechos por Santa Claus (San Nicolás).
Sin embargo, las fiestas navideñas sólo se empezaron a celebrar a partir de la Edad Media, y fueron los papas de aquella época quienes fijaron la fecha en el 25 de diciembre, precisamente para que los fieles prestasen menos atención a las fiestas paganas del solsticio de invierno y más a las celebraciones religiosas. Incluso el típico árbol de navidad tiene un origen celta.
En la cultura celta, la festividad del solsticio de invierno recibía el nombre de Júl o Yule. El Yule designa el momento en que la rueda del año está en su momento más bajo, preparada para subir de nuevo. La fiesta pagana de Júl tiene su origen en la Escandinavia precristiana. Constituía sobre todo una fiesta de la familia y estuvo siempre dedicada a la fertilidad, a los solsticios y a la familia. Era una festividad donde también se recordaba a los ancestros, los amigos ausentes, y la mesa donde se celebraba la fiesta se preparaba con esplendor y magnificencia, ante la tumba de los parientes fallecidos y priorizando la hospitalidad hacia los forasteros.
Durante la festividad de Yule era tradicional quemar el tronco de Yule, un largo tronco de árbol que iba ardiendo lentamente durante toda la temporada de celebraciones, en honor del nacimiento del nuevo sol. De esa tradición proceden los pasteles en forma de tronco (troncos de chocolate) que hoy en día se comen en Navidades.
Los antiguos celtas creían que el árbol representaba un poder, y que ese poder protegía y ayudaba al árbol. Los bosques sagrados servían como templo a los germanos.
Para los galos, la encina era un árbol sagrado sobre el que los druidas, sacerdotes celtas guardianes de las tradiciones, recogían el muérdago siguiendo un rito sagrado.
Esta tradición, heredada a través de los siglos, sirvió de inspiración para el actual árbol de Navidad.
En la antigua Roma, en diciembre se celebraba la Saturnalia, en honor al reinado del dios Saturno sobre Roma en la Edad de Oro. En esa edad, la tierra en Roma producía abundantemente y no había guerras ni discordia.
Durante la Saturnalia se celebraban fiestas durante una semana entera, con comilonas y abundante bebida. A lo largo de esa semana se invertía el orden social: los amos servían a los esclavos, los esclavos se convertían en amos y desempeñaban altos cargos del estado.
Era tradicional intercambiarse regalos hechos en plata, aunque casi cualquier cosa podía servir de regalo para la ocasión.
La fiesta también era una celebración del fin de las tinieblas y el comienzo de un nuevo año. Aquí puedes ver un fragmento de las palabras que la sacerdotisa pronunciaba para el rito de la Saturnalia:
"Esta es la noche del solsticio, la noche más larga del año. Ahora las tinieblas triunfan y aún así todavía queda un poco de luz. La respiración de la naturaleza está suspendida, todo espera, todo duerme. El Rey Oscuro vive en cada pequeña luz. Nosotros esperamos al alba cuando la Gran Madre dará nuevamente a luz al sol, con la promesa de una nueva primavera. Así es el movimiento eterno, donde el tiempo nunca se detiene, en un círculo que lo envuelve todo. Giramos la rueda para sujetar la luz. Llamamos al sol del vientre de la noche. Así sea."
Finalmente, a lo largo de la Edad Media, esa fiesta se fue alargando en el tiempo hasta convertirse en lo que hoy en día conocemos como Carnavales.
domingo, 18 de diciembre de 2011
LA MENTIRA; ARMA DEL SISTEMA.
Repetir una mentira mil veces hasta que la asimilemos como verdad. Son muchos opinólogos, políticos, financieros y demás fauna de vividores del sistema con presencia en los medios de masas los que son tajantes en su diagnóstico del por qué de la crisis: "Es que los españoles hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". Esta condena moral que pretenden que nos auto impongamos será el argumento ideológico que justificará las reformas a las que hemos de hacer frente, a la socialización de las pérdidas inmobancarias -si la culpa ha sido de todos, que paguen todos- y en suma al empobrecimiento masivo en el que se sumirá la sociedad española y del que saldrán indemnes los causantes de esta situación, ahora reconvertidos en salvadores del sistema.
La manipulación inherente a este mantra es de libro:
1º) Difumina la responsabilidad extendiéndola a un colectivo enorme -nada más y nada menos que "los españoles" en abstracto-. Como si la sociedad no estuviera pagándole el sueldo a unos elementos -gobernador del Banco de España, ministerios de economía, BCE...- que tenían los medios para prever y la responsabilidad de detener la irresponsable y enfermiza expansión crediticia que alimentó nuestra burbuja inmobiliaria y que ha llevado a la quiebra no sólo a nuestro sector financiero sino todo el país en su conjunto.
2º) Pretendidamente tergiversa el hecho objetivo -hemos vivido por encima de nuestras posibilidades- haciéndolo pasar como causa de la crisis en vez de como lo que es, CONSECUENCIA del uso cortoplacista y suicida que bancos y cajas hicieron de la liquidez que se bajaban de Europa. Ni "los españoles" fueron al BCE o al mercado interbancario a pedir créditos para chalés y cayennes ni se volvieron unos manirrotos irresponsables repentinamente a partir del 1 de Enero de 2002. España era igual de ignorante, irresponsable y manirrota en 1995 que en 2006. La diferencia está en que antaño un cienmilpelista no podía aspirar a un préstamo de 4.000.000 para un coche o de 30.000.000 para una casa y en 2006 sí. Dar créditos sin trabas a ignorantes e irresponsables fue una política del sector bancario, no un fenómeno sociológico.
El crack está al llegar. Y a medida que el dolor comience a sentirse más nos machacarán desde los medios de masas con el "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades", como el padre maltratador que arrea cinto en mano a su hijo diciéndole "esto me duele más a mí que a ti". Fomentarán el enfrentamiento horizontal y el sentimiento de culpa entre la sodomizada ciudadanía lo que sea necesario con tal de evitar lo inevitable, un estallido social que haga peligrar la posición de la casta.
Los culpables tienen nombre, apellidos y están arriba. No lo olvidemos jamás.
sábado, 10 de diciembre de 2011
miércoles, 7 de diciembre de 2011
EL HOMBRE MEDIOCRE
“El rasgo característico, absolutamente característico del hombre mediocre, es su deferencia por la opinión pública. No habla jamás, siempre repite”.
Es incapaz de pensar por sí mismo en asuntos religiosos, filosóficos, políticos o de alguna elevación. En todos esos temas sigue a sus “referentes” con una fidelidad perruna.
No está mal tener maestros y haría bien quien sin abdicar de su inteligencia, siguiera a quienes saben más que él, sin perder nunca su propio criterio. La coincidencia con una verdad reconocida como tal que diga otro, no es mediocridad sino humildad intelectual sin la cual no hay aprendizaje ni posibilidad de pensar.
Cuando el mediocre admite una idea aborrece sacar conclusiones, sobre todo si estas pueden llevarlo a tomar decisiones que lo comprometan. Prefiere usar esas ideas como un sombrero que se pone y quita y se cambia según la situación.
Ser coherente le parece una exageración. Por ejemplo, reconoce que los políticos en el poder son descaradamente deshonestos, que se han enriquecido enormemente, que favorecen a sus cómplices y son injustos con todos los demás.
La conclusión lógica es que esa “dirigencia” corresponde a la definición de “tiranía” y que, por lo tanto, es imposible que el país prospere bajo un poder dedicado a servirse a sí mismo y no al bien común. De esa primera conclusión se siguen otras con igual rigor lógico entre las cuales está la evidente necesidad de acabar con tal poder aunque eso implique riesgos y sacrificios.
El mediocre no sacará jamás esa conclusión. A lo sumo apoyará a alguno de los integrantes de la misma “dirigencia”, tan deshonesto como los que hoy mandan, con la excusa de que es “el mal menor”.
El mediocre lee poco pero si lee, sólo lee “best sellers”, o sea, aquellos libros que los mercaderes editoriales, asociados con la prensa, han resuelto que son los que “hay que leer”. Esos libros son una “cocktail” de inmoralidad, estupidez y malas ideas.
Muchos van a misa. En ese caso, piensan como el sacerdote de su devoción les dice que piensen, sin importarles si eso es conforme con la doctrina católica y menos aún si eso es toda la doctrina católica que debería recordarse en ese momento. Si hubieran nacido en tiempos de Lutero, como éste era un monje agustino que hablaba muy bien, se hubieran hecho protestantes.
El mediocre odia el entusiasmo. El entusiasta le parece un exaltado y le hace el vacío para que el fuego de esa alma se apague. Prefiere el que dice algo y también lo contrario sin importarle la contradicción, y se solaza con los tonos moderados y los matices descoloridos. A eso le llama serenidad, calma, afabilidad.
Si debe elegir a alguien para algún trabajo lo primero que observará es si el candidato es “conflictivo”, condición execranda para el mediocre que odia los conflictos, aunque sean inevitables reacciones frente a la injusticia.
No hay que confundir jamás “mediocridad” con “humildad”. La humildad es la verdad, es la firme conciencia del propio ser sin creerse ni más ni menos de lo que es. La mediocridad es la costumbre arraigada de volar siempre bajo, como las gallinas, aunque eso implique aplastar dentro de sí mismo cualquier verdad que por acaso no hubiera tenido más remedio que reconocer y cualquier conato de grandeza que hubiera sentido por algún ímpetu heredado de una buena estirpe.
“El hombre humilde desprecia todas las mentiras, aunque las glorificase el mundo entero y se pone de rodillas ante la verdad”, aún a riesgo de que lo descalifiquen acusándolo de creerse “dueño de la vedad”.
“El hombre mediocre parece habitualmente modesto pero no puede ser humilde porque dejaría de ser mediocre” y eso para él sería un crimen de lesa comodidad.
“El hombre mediocre es el enemigo más frío y más feroz del hombre de genio”, aunque sea un genio modesto. Y como los mediocres son mayoría (son una inmensa mayoría), el pobre desgraciado que no lo es porque atesora su grande o pequeña chispa de genio como una estrella irrenunciable, perece bajo la masa de los mediocres. Difícilmente encontrará trabajo porque temerán que tenga éxito, y más difícil aún será para él aspirar a tener alguna autoridad política porque los mediocres temerán horriblemente que gobierne bien y haga Justicia. Prefieren segur bajo la pata de los tiranos antes que confiar el poder a un humilde hombre de bien que ama la Verdad.
La enemistad del mediocre es incansable y pertinaz. No para hasta la destrucción del otro. Es fría, porque no se basa en rencores apasionados. Es un odio calculado dispuesto a todas las calumnias y a todas las zancadillas.
“El hombre mediocre es mucho peor de lo que él cree y de lo que los demás creen, porque su frialdad encubre su malignidad. Nunca se enfurece. En el fondo quisiera anonadar a los hombres superiores; no siéndole esto posible, se venga de ellos mortificándolos. Comete infamias pequeñas, que de puro pequeñas parecen no ser infamias. Pica con alfileres y se regocija cuando ve manar sangre… ”
La fama es para los mediocres, porque la otorgan la masa de ellos mismos. “El procedimiento del éxito es irse con los demás; el procedimiento de la gloria es andar contra los demás… Aquellos que lisonjean los prejuicios, las costumbres de sus contemporáneos, andan impelidos, y van hacia el éxito: estos son los hombres de su época.”
lunes, 5 de diciembre de 2011
POR EL DERECHO A DISENTIR
Bajo el lema: "Por el derecho a disentir.Toda verdad necesita de alguien que la proclame", varias asociaciones culturales: Coordinadora por la Libertad de Expresión, Tierra y Pueblo, Asoc. In Memoriam Juan Ignacio, Iniciativa Reconquista Astur, Asoc. Alfonso I (Cantabria), Juventud Patriota y Resistencia Nacional (Valladolid), León Inconforme, además de Librería Europa y camaradas que a título personal han mostrado su adhesión, nos concentraremos en una localidad asturiana el próximo día 10 de diciembre a partir de las 12:00 horas para exigir la libertad de Pedro Varela y en defensa de la libertad de expresar las Ideas hoy perseguidas por la Nueva Inquisición democrática, por la libertad de pensar, de editar y vender libros que no se adaptan al pensamiento políticamente correcto y que son perseguidos y quemados por la Policía del pensamiento. ¡Por el derecho a disentir!.
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