Es evidentemente la pregunta
que uno se plantea con toda naturalidad cuando, en una calle, en el metro, o en
un supermercado ve revolotear alrededor de sí mismo a una humanidad multicolor
venida de otros confines, que se comporta como en un territorio conquistado
–puesto que, lo hemos repetido muchas veces, «ellos están como en su casa en
nuestra casa»...–. O incluso cuando uno se encuentra sumergido en el
corazón de uno de esos atascos de tráfico monstruosos que resultan cotidianos
en las grandes ciudades, sobre todo en las horas punta, cuando los zombis van a
la mina o regresan de ella. Encerrado a cal y canto en su propio coche –nos
hemos vuelto prudentes–, rodeado por los coches de los otros, delante, detrás,
por la izquierda, por la derecha, uno llega a plantearse buenas preguntas, como
la heroína de la película ‘Une hirondelle a fait le Printemps’ (1).
En ella Mathilde Seigner encarna felizmente a una joven mujer que
supuestamente ha hecho “una buena carrera profesional”, como formadora
de informática, y que en un momento dado, como ya no es posible vivir como los
zombis que la rodean, decide cambiar de vida. Bloqueada en el barullo
automovilista parisino, ha tenido un flash al ver, en la trasera de un autobús,
un cartel en el que figura un paisaje alpino. Otro universo...
Tras haber seguido una
sólida formación en el oficio que le espera –los aficionados al estilo
burgués-bohemio no caben aquí...–, retoma una granja en el Vercors, para
dedicarse a la ganadería. Va a pasarlas pero que muy canutas, descubriendo “de
verdad” la rudeza de una región y de un oficio en los que hay que demostrar la
valía de uno mismo día tras día, con humildad y tenacidad. Si no..., vuelta al
lugar de origen.
El mensaje es claro y
sincero. Pues no hay ningún interés en mecerse en vanas ilusiones. Pero, al
mismo tiempo, es harto saludable incitar a los urbanitas formateados por la
“civilización” occidental y preocupados por romper sus cadenas mentales, a
plantearse buenas, verdaderas preguntas, para enfrentarse al fin a las
realidades que nada tienen que ver con las utopías sesenta-ochenteras –que, a
decir verdad, andan de capa caída–.
Hemos querido, como siempre con
modestia –no nos gustan las fanfarronadas–, contribuir a ese cuestionamiento.
¿Qué es la ciudad? ¿De dónde viene? ¿Cuál ha sido o es todavía su utilidad? ¿Su
eventual nocividad? ¿Acaso tal fenómeno socio-histórico no debe ser descifrado
con realismo, sin complacencia pero también sin caer en esquemas maniqueos?
Somos conscientes que sería necesario, para ello, disponer de unos medios
editoriales con un mayor poder de difusión. Pero al menos habremos intentado
conseguir algunos hitos. Y puede que hasta haber invitado a algunos a plantearse
alguna que otra reflexión. Del tipo ¿Qué he hecho, qué hago y qué haré de mi
vida?
Pierre VIAL
Notas de los traductores
(0) Artículo publicado
originalmente en el número 51, correspondiente al Equinoccio de Primavera de
2012 e. c., página 15, de la revista etno-socialista Terre et Peuple.
(1) Escrita y dirigida por Christian
Carion en 2001 e. c., la versión en castellano lleva por título el de ‘La
chica de París’.
Traducción a cargo de Tierra y Pueblo.