Tras la derrota,
después de la Primera
Guerra Mundial, el ejército alemán desapareció. Unidades de
combatientes organizados en torno a mandos prestigiosos se agruparon para
combatir a los bolcheviques, para acudir en ayuda de las comunidades alemanas
del Báltico y de Alta Silesia, para combatir contra la ocupación francesa del
Rhur y para castigar a los traidores. A estas unidades de les llamó Freikorps, Cuerpos Francos.
Formados a partir
de las tropas de asalto creadas para soportar los momentos decisivos de la
guerra de trincheras, los primeros pasos del nacionalsocialismo son
completamente incomprensibles si no se conoce antes la epopeya de estas
unidades de combatientes.
Entre el final de
la guerra en noviembre de 1918 y el golpe de Munich en noviembre de 1923, los Freikorps se configuraron como un
ejército político. La aventura de los Freikorps
no forma parte de la historia militar sino de la historia de las revoluciones
políticas del Siglo XX.
Es la historia de
aquellos que, crecidos en la guerra, no pudieron soportar ni la paz ni la
derrota.
Dominique Venner (1935-2013), periodista e
historiador francés (que no dudó en afirmar su compromiso político en defensa
de la libertad y de la identidad de Europa desde muy joven) tiene una abultada
producción destinada a realizar la crónica de “las guerras civiles europeas”
ensombrecieron el Viejo Continente a lo largo del Siglo XX. Baltikum es una de ellas.
Suboficial
durante la guerra de Argelia, militante de Jeune Nation, activista de la OAS y luego fundador de la
revista Europe-Action y de la Féderation des
Étudiants Nationalistes, miembro luego del “Groupe de recherches et d`études
pour la civilisation européenne” su vida como militante es tan desmesurada como
su obra como historiador. En el momento de fallecer llevaba publicando durante
once años, mensualmente La Nouvelle Revue d`Historie.
El 21 de mayo de
2013 optó por dar el último ejemplo de valor y entrega a sus ideas,
suicidándose ante el altar mayor de Notre Dame de París.