Adjuntamos un enlace a un interesante documental de poducción iraní, concretamente de Hispan TV, en el que se explica para el publico neofito, la manipulación a la que estan siendo sometidas las distintas sectas sunnies para sembrar el caos y la guerra entre los musulmanes. Fruto de esta manipulación es la actual invasión de elementos yihaddistas que esta sufriendo Siria, asi como los constantes ataques y atentados entre las distintas facciones islamicas en todo el mundo musulman.
miércoles, 19 de marzo de 2014
viernes, 7 de marzo de 2014
LA BÚSQUEDA DE MIGUEL SERRANO EN INDIA
Medio
siglo después de su primera edición, vuelve a imprimirse La Serpiente del
Paraíso, uno de los libros más profundos e importantes de Miguel Serrano, mi
padre, en el cual relata su búsqueda por las ciudades, valles, ríos sagrados,
altas cumbres, templos y “ashrams” de la legendaria India. Vivió allá por diez
años como un peregrino más, pero no cualquier peregrino, pues en realidad tenía
la sagrada misión de encontrar el Monte Kailás en algún recóndito lugar del alto
Himalaya, cercano a la frontera con el Tíbet. En el interior de ese monte
estarían los Guías de la orden a la cual perteneció mi padre, quienes eran
poseedores de antiguas sabidurías y las lenguas olvidadas de los atlantes, o
quizás de sus antecesores.
Fue
aquel un viaje místico que se realizó por el mundo exterior e interior, y
aunque tuve la fortuna de acompañarlo junto a mi madre y hermanos durante un
extenso periplo por esa nación, era yo demasiado joven para darme cuenta de la
real importancia de su paso por India. Pero luego, con el devenir del tiempo,
vendría a descubrir esta trascendencia y su “dimensión cuasi cósmica”, como se
podría decir. Artículos en la prensa de Nueva Delhi, libros de swamis como
Bhagwan Shree Rajneesh, lo mencionaban con profundo respeto y admiración. Fue
realzado mucho más en el extranjero que en su propio país, situación que no me
parece extraña conociendo ciertos rasgos muy típicos de Chile, sobre todo su
tacañería intelectual.
Ahora
entiendo con absoluta claridad que él fue un chileno -diplomático por añadidura-,
que se identificó, como muy pocos han logrado hacerlo, con las costumbres,
religión, filosofía y mitología hinduistas. Sin embargo, cuando vivíamos en
India era simplemente mi padre, el hombre y el amigo a quien tanto quise, y que
ahora me visita en sueños. Y regresan a mi mente aquellos viajes que realizamos
juntos, como si el tiempo se hubiese detenido por unos instantes…
Recuerdo
que en una ocasión nos dirigimos en automóvil hacia Rishikesh, a orillas del
Ganges, puerta de entrada hacia el alto Himalaya donde residen las deidades
Shiva y Vishnú. Era muy temprano por la mañana y un Sol inmenso aparecía en el
horizonte para entibiar el paisaje. Pronto el calor comenzaría a caer desde el
cielo, surgiendo también desde las profundidades mismas del suelo polvoriento.
A esa temprana hora se observaba una caravana permanente de hombres, mujeres,
camellos y carretas, desfilando por el borde del camino ante nuestros ojos
atónitos. Un paisaje externo que se repetiría mil veces durante el largo
peregrinaje de mi padre por India.
Ya
en Rishikesh conoceríamos al Swami Sivananda y su famoso “ashram”. En
anteriores visitas el Swami le había contado a mi padre sobre sus experiencias
en el sagrado Kailás, mencionando que en el monte propiamente tal no había
ningún monasterio habitado por seres especiales, como brahmanes y siddhas;
ninguna sombra extraordinaria, ninguna luz singular emanaba desde la montaña.
Aunque éstas deben haber sido palabras decepcionantes, no impidieron que mi
padre continuara su búsqueda a lo largo y ancho de la India milenaria con el
propósito de encontrar una entrada que le permitiera acceder a esa otra
dimensión, donde él creía que habitaban los gigantes y los héroes de antaño.
Apropiado
es recordar todo aquello en estos momentos, cuando se cumple un lustro desde su
partida hacia las estrellas y el firmamento.
miércoles, 5 de marzo de 2014
martes, 4 de marzo de 2014
SUBVERSIÓN EN UCRANIA
Vale
la pena seguir con atención los acontecimientos de Ucrania, que se encuadran en
la penetración hacia el Este de la
OTAN – es decir el brazo armado del mundialismo anglosajón –
y su vasallo la Unión
Europea. Porque parece bastante claro que la revuelta en
Ucrania que ha depuesto a su presidente Yanukóvich (elegido en 2010,
recordemos, en elecciones por todos consideradas bastante correctas) ha sido
fomentada por Occidente.
Han
sido tres meses de protestas culminadas en una mini revolución, en la cual –
como en toda revolución – grupos bien organizados y encuadrados han aplicado la
fuerza en el momento oportuno y han dirigido a las masas o han canalizado su
furia. No se quería esperar a nuevas elecciones para acabar con el gobierno, se
tenía mucha prisa. Suponiendo que los ucranianos en general y en todo el país
estuvieran tan hartos de Yanukóvich como nos dicen, porque quizás el presidente
habría cambiado pero difícilmente se habría instalado en el poder un gobierno
tan pro-occidental y anti-ruso.
¿Manifestaciones
de masa espontáneas? ¿Una protesta ciudadana multitudinaria con una tal
capacidad de combate, con policías linchados y edificios del gobierno quemados, porque no se ha firmado un acuerdo comercial con
Europa? ¿Esto es lo que pretenden que creamos?
Por
otra parte un movimiento de este tipo y con esta fuerza no sale de la nada, ni
se le puede crear desde el exterior. Ciertamente existía mucho descontento en
el país, y no se lo ha inventado Occidente. Pero lo que sí se puede es fomentar
la subversión y aprovechar los conflictos existentes, según técnicas que han
sido repetidamente empleadas en los últimos años y dejan muy lejos las técnicas
de subversión comunista de la
Guerra Fría.
La
famosa subversión comunista de la segunda mitad del siglo XX, en efecto, se
queda como algo superado y cosa de aficionados, bien poco en comparación con
las modernas ONG’s y fundaciones regadas con los ríos de dinero del poder
financiero internacional, con las técnicas se subversión a distancia a través
de Internet, el espionaje telemático, y en fin los medios de comunicación de
masas globales. Medios que, como comprende a estas alturas cualquiera que no se
tape voluntariamente los ojos, siguen directivas ocultas y férreas que vienen
de arriba, rígidamente alineados en una propaganda convergente.
Es
totalmente evidente que se ha tratado, en esta pequeña revolución ucraniana, de
una revuelta cultivada durante varios meses de agitación, canalizando un
descontento popular existente. En su fase final llevada a cabo, en un momento
bien elegido, con una estrategia militar de guerrilla urbana y tropas de choque
bien encuadradas y adiestradas; una fuerza de choque que ha llevado el peso
principal de los combates y tras la cual no es difícil adivinar las milicias
paramilitares de partidos patrióticos, en primer lugar Svoboda que es
el más combativo: Es un movimiento cuyas ideas desde luego no cuadran con la
degeneración social propugnada por Occidente (comentaré esto después) pero que,
en nombre de la lucha contra Rusia, ha combatido en un golpe organizado por
Occidente.
Acompañando
la lucha política sobre el terreno, en el frente virtual y mediático de la
opinión pública los medios de comunicación afines han cumplido fielmente con la parte que
tenían encomendada.
Naturalmente
también los medios rusos presentan las cosas a su manera, pero tras haber leído
varios artículos de una y otra parte debo decir que sus análisis son mucho más
equilibrados y significativos, aun defendiendo generalmente el punto de vista
ruso. Los medios occidentales en cambio raramente se elevan sobre el nivel de
una burda propaganda y una tendenciosidad absolutamente falta de pudor.
La
elección de las palabras nunca es casual: es curioso cómo en algunos artículos
se habla del “pueblo” ucraniano que se ha rebelado y, en cambio, del
“populacho” en Crimea que se siente ruso. Así como los medios hablan del autoproclamado gobierno de la región de Crimea, que no acepta el
nuevo poder y terminará probablemente uniéndose a Rusia antes o después. Por lo
visto no es autoproclamado el gobierno de Kiev que ha derribado con la fuerza
el anterior, de manera totalmente ilegítima desde el punto de vista del sistema
democrático.
Pero
esto no es nada nuevo: quien tenga algo de memoria recordará cómo durante las
guerras yugoslavas en los años 90 eran autoproclamadas la república serbia de Bosnia y la Krajina en Croacia (esta
última invadida por los croatas que expulsaron a 700.000 serbios) porque se
había decidido que estos últimos eran los malos. En cambio no eran autoproclamadas las repúblicas que se separaban de Yugoslavia y no
era autoproclamado el Kosovo, porque Occidente les apoyaba.
Y no
sólo son abiertamente tendenciosos los artículos generalistas, digamos para las
masas, sino también en los que se presentan como análisis en profundidad,
destinados a quien tiene la paciencia de leerlos. Es un signo interesante de
que las élites occidentales empiecen a confundir la realidad y la propaganda. Pero
es natural al fin y al cabo: quien admite defender sus intereses y los de su
gente es siempre más honesto de quien hipócritamente se arropa de superioridad
moral en nombre de pretendidos principios universales. Este último, con el
tiempo, pierde hasta la capacidad de ver la realidad porque en mayor o menor
medida termina creyéndose su propia propaganda.
Y los
modernos misioneros occidentales del libre mercado, el orgullo gay, la ideología de género y la tiranía del
neofeudalismo del dinero – que todo hunde la raíz en el mismo suelo como he
comentado en otras entradas – se creen realmente los salvadores de la humanidad.
Volviendo
a lo de Ucrania, subrayemos una vez más que ha sido a todos los efectos un
golpe de Estado, resultado de una insurrección apoyada y fomentada por
Occidente. Un ejemplo de este apoyo es el discurso inflamatorio de Bernard
Henry-Lévy frente a la multitud en Kiev el 9 de Febrero.
¿Qué se le había perdido en Kiev a nuestro conocido “filósofo” (además de apreciado consejero del gobierno francés y apologista de todas las recientes agresiones y campañas terroristas apoyadas por
Es superfluo
indicar que si un agitador extranjero fuera enviado a Estados Unidos o
cualquier otro país para incitar al derrocamiento del gobierno con la
violencia, está bastante claro que sería inmediatamente arrestado y puesto de
patitas en la frontera. Pero es que el Lévy ha sido sólo uno de los agitadores
enviados por la Unión
Europea y EEUU a Ucrania; otro ha sido el yanqui John Mc Cain
que ha sido últimamente un habitual en los movimientos de oposicion ucranianos,
sin olvidar en fin el grifo del dinero que seguramente habrá estado bien
abierto.
Una
vez hecha la jugada, ante la irritación y las acusaciones por parte de Rusia,
Obama y otros políticos americanos han deplorado la “mentalidad de guerra fría”
de Rusia que ve el mundo como “un tablero de ajedrez”, advirtiendo que se debe
respetar la integridad territorial de los países y no intervenir con tropas.
No
dejan de ser curiosos estos sermones viniendo de donde vienen, pero claro, hay
que entenderlos y descodificarlos en cristiano. Lo que quieren decir en
realidad es que la guerra fría continúa y el tablero de ajedrez existe pero
sólo ellos pueden mover las piezas; que ellos pueden desestabilizar y subvertir
un país mientras los demás deben estar atados de pies y manos, limitándose a
aceptar los hechos consumados.
Sobre
la soberanía y la integridad territorial harían mejor en callar, porque tiene
cojones que digan esto quienes en los últimos quince años han invadido Irak y
Afganistán, han agredido Serbia para quitarle una provincia y derribar su
gobierno, han provocado una guerra civil en Libia interviniendo para dar la
victoria a sus protegidos y han intentado hacer lo mismo en Siria, donde no han
tenido escrúpulos en utilizar su franquicia de terrorismo islámico Al Qaeda® para subvertir y destruir el país.
Como
podemos ver, la superioridad moral del Yes We Can y sus compadres es apabullante, cualquiera que no
esté de acuerdo es un malvado o defiende oscuros intereses. Después de todo
tiene el Premio Nobel, aunque se lo hayan dado porque es moreno.
La retórica
democrática y derechohumanista se muestra, una vez más, por lo que es: una
colosal verbena de cinismo e hipocresía.
Una
mención especial merece la participación en la revuelta ucraniana de los
movimientos nacionalistas como Svoboda, que
han jugado un papel fundamental y representan también – especialmente el
partido citado - una gran fuerza, sea a nivel electoral que en la calle con su
combativa militancia. Este hecho se está pasando bajo silencio en los medios
occidentales y no es difícil comprender por qué. La ideología de Svoboda en
muchos aspectos está en línea con los movimientos patrióticos y
antimundialistas de los países occidentales, su visión del mundo se basa en
valores cristianos, rechazan el liberalismo y el capitalismo de la democracia occidental,
así como como el culto del libre mercado.
Yo sí
les invitaría a comer a mi casa, pero para la ideología que domina Occidente
son impresentables desde la cabeza a los pies.
En
efecto, su programa comprende, en lo social y económico, la inalienabilidad de
la tierra y la restricción de su comercio, el control sobre la economía con un
importante sector bancario estatal y controles sobre el Banco Central, la
tendencia a la autarquía con la defensa del producto nacional y la protección
de agricultura e industria, la propiedad pública de los servicios esenciales,
la lucha contra el aborto, la defensa de la familia y el rechazo de la
propaganda de las desviaciones sexuales. Así como criterios étnicos para la
ciudadanía y el fomento de una educación patriótica.
En lo
político la esencia de sus posiciones consiste en la oposición a Rusia y la
eliminación de su influencia en Ucrania, un poco como una de las aspiraciones
de los movimientos patrióticos en Occidente es la liberación de la OTAN y la influencia
americana. Pero en el caso de Svoboda llegan auna
rusofobia explítica
y persecutoria hacia su propia población rusa o de habla rusa, con un programa
agresivo de normalización lingüística que no sólo fomenta el ucraniano sino
que quiere perseguir el ruso, y a la misma población rusófona o de etnia rusa –
ignoro hasta qué punto es posible distinguir étnicamente rusos y ucranianos –
así como varios otros puntos que traen a la memoria la “ley de memoria
histórica” del Z-Infame en nuestro país.
En lo
militar, evidentemente con un enfoque antirruso, aspiran al rearme convencional
y nuclear, así como buscar la protección de EEUU y Reino Unido (evidentemente
les resulta claro quién manda en la
OTAN y que los demás “aliados” cuentan como un cero a la
izquierda).
Nada
habría que objetar contra buena parte de este programa, al contrario, muchas
cosas me parecen excelentes y deseables, además de necesarias en cualquier
movimiento de liberación europea.
Sobre
la parte geopolítica de su programa, probablemente sean inevitables las
posiciones antirrusas en un movimiento patriótico, dado el peso de la historia
que tienen en común con un largo período de dominio ruso, y el desorden que
dejó la disolución de la
Unión Soviética. Por limitarnos a la historia más reciente,
hubo un movimiento de resistencia antisoviético en Ucrania hasta bien entrados
los años 50, apoyado por Occidente, y muchos patriotas ucranianos reivindican
explícitamente el período de la Segunda Guerra Mundial en que un estado ucraniano
satélite de Alemania combatió contra la Rusia de Stalin.
Las
primeras acciones llevadas a cabo tras la toma del poder, como abolir la
oficialidad de la lengua rusa en todas las regiones y abatir símbolos y
monumentos relacionados con Rusia, indican el papel importante, si no
principal, que tienen el nacionalismo y en particular Svoboda en la
nueva etapa. Lo que quieren en primer lugar es dejar claro que son antirrusos,
aunque con estas provocaciones esencialmente inútiles lo que van a provocar es
una fractura del país, cada vez más si siguen a ultranza en esta línea. Y en el
momento en que escribo estas líneas regiones enteras están mostrando su rechazo
al nuevo gobierno, no solamente en Crimea donde las tropas rusas ya han
intervenido. Veremos cómo sale al final todo esto.
Naturalmente
es para utilizarlos como arma contra Rusia y en virtud de esta parte de su
programa, que Occidente ha apoyado a los movimientos patrióticos ucranianos, a
pesar de la afinidad de éstos con el “área” identitaria o – en jerga
mundialista – de extrema derecha, en lo social y económico. De hecho si fuera
un partido en un pais occidental los pondrían de neonazis para arriba. Y quizá
lo hagan cuando llegue el momento de desembarazarse de ellos.
Porque
ese momento llegará si Ucrania o una parte de ella se estabiliza en la órbita
occidental. Es difícil descifrar el juego que llevan Svoboda y los
patriotas ucranianos, porque seguramente Occidente les ayudará a separarse de
Rusia y también a potenciar su ejército, aunque desde luego se pueden olvidar
de las armas nucleares. Pero si piensan que el Occidente de los “matrimonios” y
las adopciones homosexuales, exportador de degeneración moral y social, les va
a permitir una política de defensa de valores cristianos y tradicionales, van
de culo.
Como
también van de culo si piensan que van a dejarles controlar el Banco Central,
la moneda y la economía, si creen que van a poder proteger la industria y la
agricultura nacionales contra los tiburones de la especulación y las leyes del
mercado, si creen que Ucrania va a conquistar así soberanía nacional y ser
dueña de su destino. Muy al contrario, los expertos del FMI y de la finanza
internacional ya están afilando los colmillos y se están relamiendo ante su
nueva víctima, para ayudarla - es decir hundirla hasta el fondo en la
esclavitud de la deuda - con las habituales condiciones draconianas, que
obligarán a Ucrania a malvender su sector público y a ceder hasta la última
migaja de su soberanía monetaria y económica.
No
creo que sea esto lo que quiere Svoboda ni lo que querría un patriota ucraniano. Quizá
otros componentes del movimiento que ha tomado el poder, o falsos políticos
nacionalistas, lo asumen y simplemente obren con engaño y mala fe. Pero
suponiendo la buena fe al menos en una parte de los líderes del movimiento
nacionalista, hay que pensar que estas cosas las han considerado y por tanto
que su juego es utilizar a Occidente, que les apoya contra Rusia,
manteniéndose en una especie de equilibrio a tres bandas para llevar adelante
su ideario.
Pero
es como mínimo muy dudoso que ellos solitos – aunque se crean el centro geopolítico de Europa como afirman – sean capaces de utilizar el poder
de Occidente para sus fines; es bastante más verosímil que sean ellos los
utilizados e instrumentalizados.
No es
la primera vez que se utilizan movimientos o personajes que en teoría son
ideológicamente hostiles al poder que actualmente domina Occidente: por ejemplo
durante la disolución de Yugoslavia el presidente croato Franco Tudjman no
tenía problemas en reivindicar el legado del movimiento nacionalista Ustacha,
que gobernó el estado croata aliado de la Alemania nacionalsocialista. Tudjman era un
revisionista histórico y no lo ocultaba. Sin embargo todo ello no impidió que
cumpliera un papel útil en la disolución de Yugoslavia, impulsado por el odio
antiserbio de forma muy parecida a como el odio antirruso impulsa el nacionalismo
ucraniano. Se le dejaba hablar con tal de que hiciera su parte y hoy, después
de dos décadas, el señor Tudjman ya ha pasado sin que sus ideas hayan influido
de manera relevante, y Croacia se ha integrado totalmente en el sistema
occidental.
Asimismo
los islamistas radicales serán todo lo antimodernos, antioccidentales y
antiamericanos que quieran, pero evidentemente no crean preocupación ni
representan una verdadera amenaza al sistema mundialista que los ha utilizado
abundantemente y lo sigue haciendo. Había islamistas luchando en Bosnia contra
los serbios, los ha habido en el derrocamiento de Gadafi, han sido enviados
también a Siria para que luchen contra el gobierno de Assad.
Así,
movimientos que serían llamados fascistas o neonazis en Europa son apoyados tranquilamente por Estados
Unidos y la Unión
Europea en Ucrania. No parece preocupar que participen en un
gobierno o incluso que lo dominen: intentando hacer de adivino, la estrategia
puede ser separar Ucrania de Rusia, sujetarla bien financiera y militarmente,
para en un segundo momento neutralizar los movimientos patrióticos.
Claro
que todo esto puede salir bien o mal, existe un fermento europeo contra el
mundialismo que está creciendo, y el tiro bien les puede salir por la culata.
Todo depende, como siempre, de los hombres y de su lucha que es lo que da forma
a la historia.
El
futuro ahora más que nunca parece impenetrable y cargado de posibilidades. En
el momento que escribo Rusia ha intervenido militarmente, por el momento en
Crimea, y el futuro de la parte oriental de Ucrania, con abundante poblacion
rusa, es incierto. Ciertamente quienes han desencadenado esta situación no
podían esperar tocar las narices a los rusos tan de cerca sin que estos
reaccionaran: ya lo intentaron a mucha menor escala y en un punto menos vital
en 2008, en Georgia, con el resultado de una pequeña guerra resuelta en pocos
días por el Ejército ruso.
Concluyendo
ya, podemos extraer de estos acontecimientos una reflexión final sobre el
límite de los movimientos nacionalistas europeos, y precisamente que si se
quedan en la defensa del interés nacional, si su horizonte no va más allá,
están condenados a ser instrumentos del mundialismo porque terminarán
enfrentando antes o después unos países europeos con otros.
Evidentemente
es inevitable que haya roces entre países vecinos por motivos históricos,
políticos, económicos, que pueden llegar a ser enemistad; es la palanca sobre
el cual actuarán las fuerzas que dominan actualmente Europa, si el continente
comienza a escapárseles de las manos. La antigua máxima divide et impera es siempre válida; el límite de las fuerzas
identitarias y los movimientos patriotas en Europa es que si no logran
sobrepasar el horizonte del interés puramente nacional no tienen ninguna
posibilidad de ser un peligro para el sistema.
Pueden
ser un peligro y una alternativa real sólo en el caso de que los antagonismos –
que siempre van a existir – se subordinen a un patriotismo europeo – patria no
como nación histórica, sino como tierra de los padres – que respete las peculiaridades de cada país sin
imponerle a nadie modelos que le sean extraños, sin ninguna enfermiza y
opresiva obsesión por reglamentar todo y controlar todo como la actual
burocracia europea. Un patriotismo europeo que sepa contener en su interior los
nacionalismos, y éstos sepan reconocer la prioridad de la idea europea, en un
orden nuevo que aún se debe formular. De lo contrario el horizonte del
nacionalismo europeo estará limitado con una cadena muy corta y la lucha contra
el sistema estará destinada al fracaso.
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