Yo hijo del fuego escojo ser mi mismo, individuo absoluto, amar mi propia tristeza, mi propio orgullo, mi propia soledad, amar el Destino, la Alegría y la Muerte.
Escojo la belleza, todo aquello que es difícil, el orden natural de las cosas, la superación de todo aquello que en mí es todavía demasiado humano, el símbolo solar de una impersonalidad activa, la intransigencia y la inquebrantabilidad cristalina de una forma interior más allá del bien y del mal, el desprecio de todo aquello que es pequeño, mezquino, servil, feo, temeroso, conformista, bajo, vil, normal y poder medirme con el mundo para vencerlo, la obediencia total a mi libre código de honor y lanzar una sonrisa retante mirando a la cara la moral, a la ley del pueblo, a la gente y a su manera de ser.
Escojo la acción y el reto, el ser heroico, libre, aristocrático, la militancia nacional-revolucionaria, por la construcción de una Europa Socialista, Corporativa, Imperial, Pagana, Libre y Guerrera. Pagando con mí persona si fuera necesario. La lucha con la vida, la vida como un juego, el juego como una lucha.
Escojo vivir en la idea, Ser la idea misma.
Mi honor se llama fidelidad.