A pedido de algunos amigos y sabiendo que no diremos
nada nuevo sobre Europa que no se conozca hoy al instante a través de los
múltiples mass media, vamos a
intentar algunas observaciones.
A cierta altura de la vida, como es nuestro caso, hombres ni viejos ni jóvenes, cuando nos llegan un conjunto de
invitaciones[1] para
perorar en tres países europeos que nos son afines como Portugal, España y
Francia, dudamos en ir porque ya no tenemos la voluntad de encarar lo
imprevisto que supone un largo periplo, pero además porque no sabemos si lo que
vayamos a decir será entendido o tendrá algún efecto.
Se nos pasó la época de viajar a Europa a estudiar con
los grandes maestros que hubo in illo
tempore, en mi caso con el erudito, Pierre Aubenque o el investigador
Pierre Hadot o con el filósofo Pierre Boutang.
Se nos pasó también el tiempo de ir a enseñar curricularmente
en una facultad determinada, trabajando de profesor de filosofía, como nos
sucedió con alguna universidad europea.
Este viaje era distinto, pues como nos observó el buen
amigo y mejor filósofo oriental Mauricio Langón: ¡Qué bueno lo del viaje! Unos pocos
"nuestroamericanos" fueron a Europa a aprender (modelo: Simón
Rodríguez), muchos más a joder (no doy ejemplos), otros a copiar (bien y mal,
para bien y para mal), otros a refugiarse y volver, o a refugiarse para morir
por no poder volver (tampoco doy ejemplos, por obvios). Pero... ¿ir de
arquegueta? ¿a decir lo propio, ni siquiera a enseñar? ¿a discutir de
igual a igual? ¡Vamos! ¡Gozala!!!! No siempre se da... Y, por contrapartida, no
te dejes engrupir que nuestra vida está acá.
Recorrimos Portugal de norte a sur, España de Madrid
al norte y de este a oeste hasta Barcelona, en tanto que Francia lo hicimos del
sur hasta Bretaña y de Normandía a París. La mayor parte del recorrido en tren,
luego en auto y la menor parte en micro. Lo primero que nos llamó la atención,
a nosotros conocedores de nuestro suelo, es no hallar en semejante recorrido ni
un solo árbol caído y todos los campos trabajados sin ninguna gran extensión
baldía o abandonada. Portugal, España y Francia si fuera por lo que se ve de
sus campos son países poderosos. No se nota despilfarro ni trabajos al ñudo.
Lo cual nos muestra a las claras que existe una
desintonía entre los gobernantes y sus pueblos. Los representantes no
representan adecuadamente a sus representados. La crisis de representatividad
es el mayor problema en estos tres países.
Pasemos al aspecto intelectual. Tanto los
investigadores portugueses como españoles que tratamos, en general jóvenes,[2]
mostraron una agudeza, profundidad y gentileza dignas de remarcar. Están
activos y buscando temas nuevos, o encarar los viejos desde distintas ópticas.
Tienen vida y ganas de desarrollarla. Hay como un esfuerzo por romper la
retroalimentación endógena que generó la universidad de la segunda mitad del
siglo XX.
Hoy al buscar temas y problemas allende la universidad
se produce una eyección de vigor en ésta. Hoy estos temas son producidos por el
pensamiento alternativo o no conformista como el grupo Finis Mundi en Portugal y tantos otros.
En cuanto a los investigadores franceses siguen
centrados en su solipsismo y alejados de cuanto pueda interesar al hombre de
nuestros días. Salvo excepciones, siguen siendo especialistas de lo mínimo, a
quienes se les escapa la visión del todo: filósofo
es el que ve el todo, y el que no, no lo es (Platón).
En orden a la vida del espíritu pudimos observar como
en ciertas regiones de España y Portugal aun hoy cuando se entra a una iglesia
podemos decir, con Heidegger, que habita
lo sagrado. Esto también lo hemos visto en Loctudy, en la Francia profunda.
Pero en general la mística masiva es el de las sociedades opulentas regidas por
el dios monoteísta de mercado de consumo. Las iglesias de las ciudades medianas
y grandes son museos y las calles invadidas por una abigarrada mezcla de etnias
donde priman los rasgos moros, negros y orientales. La presencia islámica se
nota en Madrid y Barcelona y es masiva en París, mientras que en Lisboa pasa
desapercibida.
La clásica presencia judía en ciertos barrios de París
hasta hace veinte años, hoy se ha prácticamente disuelto, ni por asomo tienen
aquella manifestación pública casi prepotente, como la que hoy tienen en Buenos
Aires.
Algo está cambiando en el meollo de Paris para que
esto haya ocurrido. Montmartre desapareció y el Sacre Coeur es una feria persa.
No vale la pena gastar una neurona ni un minuto del tiempo de vida en
visitarlo.
Estará pagando Francia el hecho de traicionarse a sí
misma y a sus mejores hijos como lo hizo con los diez mil harkis, argelinos
fieles a ella, en la guerra de Argelia?. Irá España por el mismo camino
traicionando sus mejores tradiciones permitiendo el genocidio saharaui por
parte de Marruecos?
Uno no lo puede saber a ciencia cierta, pero los
hechos son similares: el abandono del otro, del hermano, del compatriota, del
correligionario, como dice muy bien Gibert Comte, es el principio de la
decadencia.
Es que los hechos que conmueven al cielo no son los
tsunamis culturales o político culturales, no son las grandes marchas gays, las
masivas peregrinaciones o las grandes
manifestaciones de la primavera árabe. No son los grandes despliegues militares
chinos ni el gigantismo norteamericano.
Los hechos que conmueven al cielo son los
emblemáticos, aquellos que encierran un simbolismo mayor que pocos perciben.
Son los hechos enigmáticos que solo los hombres sabios pueden descifrar. No
podemos dejar de pensar que el fundamento último del mundo es algo escondido y
que siempre se manifestó en forma de enigmas.
Viene bien recordar acá lo que Aristóteles relata
sobre Homero: “Homero interrogó al
oráculo para saber quiénes eran sus padres y cuál su patria, y éste le
respondió así: “La isla de Ios es patria de tu madre y te acogerá cuando
mueras; pero tu guárdate del enigma de los hombres jóvenes”. No mucho después
llegó a Ios, allí sentado en la escollera vio a unos jóvenes pescadores que se
acercaban a la playa y les peguntó si tenían algo. Éstos como no habían pescada
nada y ante la falta de pesca se dedicaban a despiojarse, le dijeron: “Lo que
hemos agarrado lo hemos dejado y lo que no hemos podido atrapar lo traemos”,
aludiendo con un enigma a los piojos que habían podido agarrar y los habían
matado y tirado, y los que no habían podido atrapar y los llevaban aún con
ellos. Homero al no ser capaz de resolver el enigma murió de aflicción”.
El hombre común no muere de aflicción por no poder
resolver un enigma pero el sabio sí, porque el sabio derrotado en un desafío a
la inteligencia deja de ser sabio.
Esto observamos que esta pasando sobre todo con
Francia, que apoyada en una sabiduría bimilenaria no puede resolver el enigma
de este tiempo y marcha irremisiblemente hacia el propio extrañamiento de sí
misma y su autodestrucción. En una palabra: Francia como Homero puede morir de
aflicción.
El caso de España aparece menos grave, pues cuenta con
fuerzas de reemplazo a su pérdida de vigor vital como es la masiva presencia de
hispanoamericanos= bolitas, que se
van a transformar con el tiempo en el verdadero katechón=obstáculo al avance del extrañamiento. Van a jugar acá el
mismo papel que están jugando en Estados Unidos, en el corazón del
imperialismo, donde lograron imponer el castellano como katechón al avance del inglés.
El resto, como la cuestión catalana o vasca es
absolutamente anecdótico pues la mejor universidad de lengua castellana en
ciencias de la comunicación y la educación sigue siendo la Deutso en el país
vasco y en la Universidad de Barcelona se sigue publicando y enseñando en el
idioma nacional sin ningún impedimento por parte de nadie.
Los pueblos catalán y vascos no se van suicidar
dejando de usar el español, cuando hoy se ha transformado en la primera lengua
de Occidente con 100 millones de parlantes más que el inglés.[3]
Todo este revuelo es más un uso político partidocrático y circunstancial que
una realidad vital. Al respecto ya nos alertaba Platón: una cosa es lo que aparece (hoy lo mediático, los intereses
políticos) y otra cosa es lo que es.
Notas:
[1] Y la publicación en Madrid de mi libro Disyuntivas de nuestro tiempo (ensayos de
metapolítica) por Ediciones Barbarroja, dirigida por un editor que no
piensa en el lucro sino que aun se mueve por ideales.
[2] Pudimos conocer en la
Escuela de filosofía de Oviedo al más significativo filósofo español vivo y en
actividad, don Gustavo Bueno, que es como un gran parapeto a la mediocridad, a
lo políticamente correcto y al pensamiento único. Un orgullo para todos
aquellos que hacemos filosofía en español.
[3] Merece ser mencionado acá
el Movimiento internacional lusófono dirigido por Renato Epifanio, con quien
estuvimos, y que desde el 2008 trabaja en la difusión y normalización del
portugués en los ocho Estados que lo
tienen como lengua oficial (Portugal, Brasil, Mozambíque, Angola, Sao Tomé e
Principe, Timor Oriental, Guinéa Bisau, y Cabo Verde) y en los cuatro enclaves
(Macao, Goa, Damao y Diu) que suman un total de 270 millones de personas. Es
que la expansión del portugués beneficia al castellano como la de éste a aquél,
pues forman un mismo katechon al
avance del inglés. Los franceses tendrían que apercibirse de este beneficio
colateral, pero no están en condiciones ni intelectuales ni espirituales de
hacerlo.