jueves, 21 de junio de 2012

JANO BIFRONTE: EL DIOS ROMANO DE LAS PUERTAS


Es fácil y sencillo bajar a las profundidades del Averno, pues la tenebrosa puerta del sepulcro está abierta día y noche; sin embargo, el regreso hacia arriba, a la clara atmósfera del Cielo, pasa por un sendero duro y doloroso.                                                          
                                                                                                                           Virgilio. La Eneida VI

Desde siempre, los hombres han sentido curiosidad por el Cosmos. Hace miles de años descubrieron diferentes fenómenos cósmicos como los solsticios. Su importancia fue asumida por diversas culturas que celebraron prácticas religiosas. Estas celebraciones rituales vivificaban mitos y traían al presente aquel tiempo en que la tierra se ordenaba según leyes celestes.

Los antiguos tenían gran veneración al Sol, a cuyo culto dedicaron muchos de sus templos. Los solsticios acaparaban gran atención, ya que son los momentos anuales en los que el Sol llega a sus puntos más lejanos de oscilación, en Junio y en Diciembre, aparentando detenerse (de ahí el término Sol-stitĭum, Sol quieto). Los dos solsticios marcan la división del año en dos mitades, una ascendente y otra descendente, que realizan un ciclo completo. ¿Porqué el Sol viene y se va? Porque en esta vida no hay luz sin oscuridad, positivo sin negativo, masculino sin femenino.

En Roma, el Dios Jano (Janus), Dios de la Astronomía y la Arquitectura, era quien presidía las puertas solsticiales y las iniciaciones. Era la puerta no solo solsticial, sino también iniciática. Así, el Solsticio de Verano, cuando el Sol llegaba a su punto más alto para empezar su curso descendente, era conocido como “Janua Inferni” o la “Puerta de los Hombres” y el Solsticio de Invierno como “Janua Cœli” o la “Puerta de los Dioses”, por su ciclo ascendente. La “Puerta de los Hombres” es una puerta de descenso que nos conduce a la verdad en un tránsito hasta la “Puerta de los Dioses” (Solsticio de Invierno). El descenso al mundo interior de cada individuo (a semejanza del trayecto solar) se convierte en el camino hacia la sabiduría que reside en nuestro interior. Los solsticios son una iniciación a los misterios del hombre: “Conócete a ti mismo”.

        Jano posee una relación especial con el Universo, centrada sobre el mantenimiento de la armonía cósmica y sobre los ritmos que la expresan. El mito nos narra que Saturno fue a refugiarse al reino de Jano y le otorgó, en recompensa, la capacidad de observar pasado y porvenir, para decidir sabiamente. Su templo tenía doce altares y su forma era cuadrangular. La figura del Dios situada sobre un pedestal en el eje central miraba simultáneamente a Oriente y Occidente. Es mediador entre los mortales y los inmortales, el que eleva las plegarias de los hombres a las divinidades. Los pontífices constituían el colegio sacerdotal sobre el que giraba el culto romano. A ellos se les confiaba la custodia del Templo de Jano.

Considerado como el portero que abría y cerraba las puertas o épocas. Por ello se le denominaba el “Señor del Tiempo”, poseedor de las llaves. Poseía una rica iconografía, en la que lo más destacado era su representación con dos rostros, de ahí el calificativo de Jano Bifronte. Uno miraba hacia el pasado que condiciona lo que somos, nuestro presente, donde se debe tomar consciencia, lo que implica una regeneración del alma. El otro a la derecha, al futuro, simbólicamente, al mundo celeste y solar ligado al conocimiento.

Las llaves servían para abrir las puertas del Cielo y del Infierno. Además, Jano es el maestro de las dos vías, ascendente y descendente, y por tanto “Señor de la Iniciación”. Los dos rostros de Jano contemplan el ciclo de manifestación y muestran un tercer rostro (invisible) que observa el “eterno presente”. Este tercer rostro destruye el pasado y el futuro, es el rostro que contempla la eternidad.
                                                                                                                     Tierra y Pueblo ~ Cantabria