En Grecia la deuda no disminuye, sino que crece. Lo único que disminuye es la exposición del sector privado (bancos, aseguradoras y fondos), gracias a la nacionalización de los riesgos que practica el Banco Central Europeo (BCE) con sus compras. Uno de los problemas es que los estados se financian a través de los mercados, y no directamente vía el BCE.
El BCE presta dinero a un interés de 1,25% a los bancos, que a su vez se lo prestan a los estados a intereses mucho mayores. A Austria, por ejemplo, se lo prestan a un interés del 4,05%. Si el país hubiera sido financiado directamente por el BCE en 2010 se habría ahorrado 4600 millones de euros. En el mismo escenario Alemania se ahorraría 25.000 millones anuales. Y el fardo de Grecia sería menos pesado.
Actualmente Grecia está pagando un interés medio del 4,68% por su deuda, lo que representa que Atenas paga 15.900 millones anuales sólo de intereses, sin reducir un céntimo su deuda. Es decir, dedica el 29% de sus ingresos anuales (55.600 millones) al pago de intereses: casi un euro de cada tres va para los bancos, sin cuya desregulación e irresponsabilidad (invirtiendo en negocios meridionales tan estúpidos y fantasiosos como rentables) nunca se habría llegado al actual problema. Si en lugar de ese esquema el BCE prestara el dinero a un interés, digamos, del 0,5%, Grecia habría pagado por intereses 1700 millones en lugar de los 15.900 y se habría endeudado por 6.400 millones en lugar de por 20.600 millones.
Desde hace casi tres años, el BCE viene practicando esta subvención a la banca privada a cuenta del contribuyente sin que las instituciones digan nada al respecto. Desde hace un año el seudónimo de esta subvención pública a los bancos se llama “rescate de Grecia”, “rescate de Irlanda”, “rescate de Portugal” (con mucho dinero español en riesgo), etc.
Nuestros parlamentos e “instituciones democráticas” tienen en este proceso un papel parecido al de la Asamblea Suprema del Pueblo de Corea del Norte sobre el devenir del país, es decir igual a cero. Quien manda es un politburó no electo de poderes fácticos oligárquicos. Desde la central (Bruselas, Berlín, FMI) ese politburó ha chantajeado descaradamente a Grecia diciéndole textualmente que si no aprobaba nuevos recortes sociales y privatizaciones no le concedería los nuevos créditos del segundo rescate e incluso le retiraría los ya acordados. Es lo que Marlon Brando designa en “El Padrino”, como hacerle a alguien, “una propuesta que no podrá rechazar”.
El nuevo ministro de finanzas griego, Evangelos Venizelos, reconoce que el gabinete de Atenas no gobierna sino que se limita a “cumplir órdenes”. El diario Kathimerini constata que, “un país al completo ha sido convertido en provincia de un imperio más económico que político, que, a su vez, está secuestrado por toda una serie de compañías de inversión y agencias de calificación con monstruosos poderes y codiciosas aspiraciones”.