lunes, 3 de octubre de 2011

LAS AVENTURAS DE "TINTÍN" EN EL JUZGADO



El intento de prohibición del cómic “Tintín en el congo” se ha convertido en un capítulo más de la desfachatez e idiocia que reina en el mundo y que encuentra en la actual Europa un campo fértil donde germinar y florecer.

El origen de este nuevo espectáculo tienen su origen en un ciudadano congoleño de nombre “Bienvenu Mbutu Mondondo” que decidió en 2007 acudir a los tribunales para reclamar la prohibición de la historieta gráfica por considerar su contenido "ofensivo" para los congoleños y que hace "propaganda de la colonización".

No cabe duda que el Sr. Mondondo pretende ver la paja en el ojo ajeno y buscar mediante prohibiciones absurdas vincular el origen de la dramática situación que su país lleva sufriendo desde la descolonización con una historia de ficción reflejada en un cómic de los años 30, siguiendo así la estela de la automática estigmatización de todo aquel que en algún momento ha podido estar vinculado a los vencidos.

Pero lo más grave no es que un congoleño se sienta molesto por un cómic publicado hace más de 70 años, sino que un tribunal Belga admita la demanda y de curso a un juicio que se está celebrando en estos días y que puede rozar la comedia, demostrando una vez más la necesidad de los europeos purgar el sentido de culpabilidad adquirido a sangre y fuego haciendo todo lo necesario para lograr la complacencia y bendición de cualquiera que cuestione nuestra historia, sobre todo si es de allende los mares.

No deberá sorprendernos pues que debamos tomar medidas en breve cuando algún yanqui se sienta molesto por los pérfidos actos de Mortadelo y Filemón que cuestionan de forma descarada la seriedad y eficacia de la CIA, o bien ante la barbarie de El Capitán Trueno que en sus andanzas con Goliath y Crispín actuaba de forma siempre victoriosa contra el musulmán infiel, sin olvidar ya que nos ponemos a los no tan inocentes pitufos, acusados de abogar por una supremacía cercana a la del KKK, (en ese caso añil más que aria) y que también han caído bajo sospecha del antisemitismo, al fijar en su enemigo natural a Gargamel, nombre de origen alemán judío, que representa el tópico de judío malévolo, con su inseparable Azrael, nombre también judío que representa valores parecidos a los de su amo en un tono más irracional; el sionismo.

Así pues, pongamos en tela de juicio todos los cómics y dibujos infantiles de origen europeo para acto seguido empezar a cuestionarnos si las fábulas y cuentos de larga tradición deben ser actualizados y convertidos en políticamente correctos (pensemos en Blancanieves y sus compañeros de reparto, que tal vez no sean del agrado de la Ministra de Igualdad y deban ser rebautizados o directamente prohibidos) para acto seguido empezar a retirar de las bibliotecas y los museos todo aquel referente de nuestra cultura que pueda molestar al primero que visite la “Alte Pinakothek” de Munich o la Biblioteca Nacional de Madrid.

Mantengámonos pues alerta y en pié de guerra frente a la estupidez y la idiocia que se ha infiltrado en nuestra sociedad y que no solo pretende acabar con el presente y el pasado europeo sino que, en mucha mayor medida, quiere destruir la herencia sobre la que construir un futuro que, de seguir así, va a dejar de pertenecernos.