Una vez más, se repite el mismo guión, pero con distintos actores y con otros exteriores. Es lo que, en lenguaje cinematográfico, llamaríamos un remake.
El pueblo libio, como ya les ha ocurrido a los afganos e iraquíes, tiene la gran suerte de que va a ser liberado de la opresión a la que está sometido por el dictador Gadafi, con la ayuda del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Es decir ese club privado al que sólo tienen acceso, digamos, las potencias hegemónicas de este mundo en el que nos ha tocado vivir. Un club en el que, de vez en cuando, dejan entrar a algún otro país para demostrar lo “democráticos” que son, pero en el que se reservan el derecho de veto, para evitar tener posibles problemas de última hora. El mismo que ha condenado en multitud de ocasiones las matanzas indiscriminadas de palestinos por parte de Israel, pero que nunca ha hecho nada concreto al respecto. Por cierto, ¿Dónde estaba ese mismo Consejo cuando los hutus y los tutsis se masacraban unos a otros?
Parece que, cuando se pone en marcha la maquinaria de guerra del entramado USA-Israel, debemos posicionarnos en contra de oficio. A decir verdad, lo que le pase a Gadafi poco tiene que importarnos a los que en realidad defendemos la causa de los pueblos, principalmente el nuestro, pero sí que vemos con impotencia y cierta rabia contenida cómo se suceden los hechos de esta nueva versión de la película.
Ya se han hecho los consabidos comunicados de los partidos y grupos del ambiente identitario en los que se rechaza la agresión a Libia. Nosotros, por supuesto, la rechazamos. Faltaría más. Pero no podemos caer en el error de posicionarnos a favor del peón de Occidente caído en desgracia. De hecho, ya hace varias décadas que el ‘Libro verde’ de Muamar el Gadafi dejó de estar en nuestras estanterías –lo escribió alguien del ambiente con dinero del coronel, me apuntan–, pues era un verdadero tostón, mezcla de panarabismo laico y socialismo tercerista muy simplón.
En fin, de todo esto lo que hay que sacar es una lección de por dónde van los tiros. Como ya se ha indicado en diferentes análisis de los más variopintos grupos antisistema, que van desde la extrema izquierda a los ambientes nacional-revolucionarios e identitarios, el coronel se había vuelto un títere difícil de manejar por sus altibajos antisionistas y su debilidad por colaborar con algunas de las áreas económicas europeas. Contemplamos con estupor cómo Europa deja de defender sus propios intereses una vez más y se doblega a los designios del todopoderoso amigo americano y sus interesadas extensiones continentales, Francia y Gran Bretaña. Los únicos que han alzado su voz discordante, Rusia y Alemania (ambos con bastantes intereses comerciales comunes con Libia). Precisamente las dos potencias europeas sobre las que debería recaer –ya lo hemos argumentado en infinidad de ocasiones– la verdadera construcción europea.
Es más, ahora también el gobierno italiano, después de haber roto un tratado de no agresión y cooperación con el pueblo libio, más bien obligado por la contestación de sus propios socios de gobierno, duda de la legitimidad de una fuerza de intervención liderada por sus aliados norteamericanos.
En cuanto al gobierno social-demócrata español, apoyado sin ambages por la derecha demo-liberal, qué decir... Preferimos, en todo caso y por vergüenza ajena, no pronunciarnos; aunque con ello lo decimos todo.
A día de hoy, todavía no sabemos si se le quiere dar otro toque de atención a Gadafi y mantenerlo con una capacidad de acción limitada o es que, más allá, lo que se pretende en realidad es desprenderse de él definitivamente. En los próximos días veremos cómo acaba el guión.
¡Ah! Por cierto, ya que se trata de liberar a pueblos reprimidos, ¿Para cuándo les tocará a los palestinos...? ¿Y a los tibetanos? ¿Y a los yemeníes? ¿Bahrein tal vez?
Nota:
Remake es el término en inglés que identifica las producciones audiovisuales que reproducen fidedignamente la trama, personajes, ambientación y prácticamente cualquier detalle de una obra anterior. El término equivalente en español sería refrito o reedición. Sin embargo, la palabra inglesa está ampliamente extendida entre los castellano-parlantes, sobre todo en relación a cine y televisión.
Tierra y Pueblo