La publicación en "El Manifiesto" de un estridente y superficial artículo alumbrado por un desconocido Rodrigo Agulló, intitulado "Para acabar con el Fascismo" en el que culpabiliza -de nuevo- al nazismo de nada más y nada menos que de "el fin de Europa" del ostracismo político de las opciones identitarias actuales y en el que hace gala de una prosa burda, hiriente y lastimera, ha suscitado una reacción inmediata de crítica entre los colaboradores y lectores de dicha publicación, que todo sea dicho, mantenía una línea de pensamiento político interesante y culturalmente muy aceptable. Han intentado con este artículo romper puentes y quemar naves, no sabemos si haciendo un guiño a la línea de referencia adoptada por la nueva extrema derecha eurosionista tan de moda, pero todo parece apuntar a ello.
El artículo "Para acabar con el fascismo" incurre en todos los tópicos habituales, en los mismos lugares comunes millones de veces repetidos, en argumentos perpetuamente sobados y manidos, pero es mucho más hiriente leerlo sabiendo la variada orientación ideológica de los lectores de El Manifiesto. El artículo es un triste resumen de manual de 1º de E.S.O, simplista, reduccionista, falto de rigor histórico y absolutamente superficial en su análisis y, por ende, en sus conclusiones. Parece querer realizar un desmarque absoluto a base de burdas descalificaciones más propias de un fanático antifascista, arropadas con un lenguaje intelectualista y alambicado, falto de profundidad en su argumentación y de una más que rigurosa contextualización histórica. Es obvio, para cualquier persona medianamente inteligente que la etiqueta "nazi" o “fascista” supone una rémora, un baldón que estigmatiza y dificulta el avance de cualquier opción política en nuestros días, no es necesario ser Catedrático de Ciencias Políticas para saberlo. Pero de ahí a hacer una profesión de fe "antifascista" para -según Agulló- "poder avanzar" hay un largo, larguísimo camino. El artículo, deslavazado, henchido de tópicos y recurrente hasta el empacho empieza por el final, haciendo culpable a una visión política del siglo pasado de la falta de consodilación de las opciones políticas identitarias actuales, al menos en España, obviando aquellos avances de opciones nacionalistas europeas que crecen en representación política a pesar de no hacer tábula rasa con un pasado del que no se sienten herederos pero del que tampoco abominan. En definitiva, un artículo que rubricarían sin dudarlo P. Rahola, E. Ibarra, C. Vidal, o cualquier intelectual al uso con ínfulas de obtener la Denominación de Origen "antifascista".
La reacción generada entre buena parte de los lectores de "El Manifiesto" por la publicación del desafortunado artículo ha motivado otro del mismo ignorado autor, pretendiendo aclarar conceptos por si no habían quedado claros en su anterior exposición, en el que incide en cuestiones que tienen un fondo razonable de verdad y en el que la mayoría podríamos coincidir sin duda alguna, (el tema del pasado como referente para hacer política actual, la superación soluciones pasadas para afrontar problemas actuales... etc.. ) y en los que los círculos identitarios han abundado en numerosísimas ocasiones, haciendo la crítica objetiva, razonada y consecuente que dicha argumentación merece. Pero que dada la subjetividad y la falta de rigor histórico flagrante del que hace gala en su primer artículo, nos conduce a preguntarnos sobre cual es la verdadera razón que lleva a publicar semejante artículo, ahora, en este momento y dirigirlo a los sufridos lectores del "El Manifiesto" que proceden, como todos sabemos, de diferentes sensibilidades ideológicas pero que, con toda seguridad, se encuentran diametralmente alejados de las simplistas conclusiones de Agulló. En cualquier caso, deja a EL Manifiesto, en una situación comprometida, expulsando literalmente a sus lectores más comprometidos e ideologizados y haciendo un claro guiño a una derecha liberal y eurosionista, más próxima al amarillismo de Minuto Digital que a una verdadera publicación de pensamiento y análisis políticamente incorrecto.
Miguel Boreas
Miguel Boreas