Solsticio de ultramar.
Nosotros trajimos el sol en las bodegas
Y se apagaba.
Nosotros trasmutamos la vida primero en llanto
Y luego en soles protegidos por nuestros propios corazones.
Los barcos nos alejaron de la tierra madre.
Ahora somos como el triste Ulises
Como Eneas, como el último halcón sobre el mar
Como el lobo convertido en puma.
Somos lo que está más allá del silencio
Lo que fácilmente se olvida en un mundo limitado.
Somos lo salvaje que se escurre en la maleza
Sin olvidar sin embargo el cenit de los nuestros.
Nosotros proletarios, exiliados, vencidos y hambrientos
Nos atrevimos a soñar una nueva Roma
Acaso desprolija, seguramente pobre
Pero afrontamos lo que la antigua metrópoli había olvidado:
El espacio y el tiempo siderales
La sed de unos dioses rebeldes e insumisos.
La muerte y el desorden nos acarician los labios
Las estructuras no alcanzan para convencernos
De ser un poco menos que nuestro destino.
Porque nosotros aún no hemos sido
Y nuestra compleja sed de ser
Arde como la conciencia
De los primeros griegos
En medio de la nada.
Juan Pablo Vitali.