miércoles, 20 de julio de 2011

ES TIEMPO DE...



ES TIEMPO DE…

Es tiempo de revertir el curso de la Historia. El destino de Europa y de toda la humanidad está en juego. Es tiempo de poner la economía al servicio de los pueblos. Hoy, la economía no suministra bienes y servicios sino a una minoría. En su forma actual, empuja a la mayor parte de la humanidad hacia estrategias de supervivencia y niega incluso el derecho a la vida a cientos de millones de personas. Con su creencia en la virtud autorreguladora del mercado, fortalece el poder económico de los poderosos y aumenta el número de pobres.

Es tiempo de rechazar el poder del dinero. La concentración del poder económico en manos de empresas transnacionales atenta contra la soberanía de los Estados. Es una amenaza para la democracia, en cada nación y a escala planetaria. El predominio del capital financiero no sólo compromete el equilibrio monetario internacional, contribuye a transformar numerosos Estados en verdaderas mafias y alienta las fuentes ocultas de la acumulación capitalista: el narcotráfico, el comercio de armas, las redes de prostitución.

Es tiempo de reconstruir el Estado. El desmantelamiento del Estado, el encogimiento de sus funciones, las privatizaciones a ultranza desembocan en la desmoralización del servicio público, en el debilitamiento de los sectores educativo y de salud, y, a fin de cuentas, en su tutelaje por los intereses económicos privados. La mundialización neoliberal tiende a alejar al Estado de la población, y a fomentar la corrupción. Hace del Estado un instrumento represivo al servicio de sus propios objetivos.

Es tiempo de volver a nuclear los valores colectivos. La modernidad vehiculada por el capitalismo e ideologizada por el neoliberalismo ha destruido o pulverizado culturas y tradiciones. Ha hecho que se resquebrajen las convicciones y se hundan los ideales políticos, y en su lugar ha puesto la exaltación del individuo, cuya eficiencia corre paralela a su éxito económico. Los objetivos limitados del individualismo -el universo cerrado del producir y consumir y, para otros, la búsqueda obsesiva de la simple supervivencia cotidiana-, ocultan los grandes objetivos de la humanidad: la vida, la libertad, la justicia social, el progreso espiritual.

Es tiempo de despertar la esperanza de los pueblos, la esperanza de Europa y de toda la humanidad. En todo el mundo se organiza la resistencia, se llevan a cabo reivindicaciones sociales y se buscan alternativas, iniciativas diferentes a la devastación global capitalista. Ha llegado el tiempo de las convergencias. Convergencia de las ideas, de los movimientos, de los espíritus, de los corazones, hacia un mundo de justicia y libertad, de renacimiento espiritual, un mundo diverso y en armonía. Ese mundo y nuestra Europa, podemos construirlos si encontramos alternativas al neoliberalismo y a la mundialización, alternativas que se basen en los intereses de los pueblos y el respeto a las diferencias nacionales, étnicas y culturales.

Es tiempo de crear el futuro.