Estimados amigos de Tierra y Pueblo:
El artículo sobre “¿Hasta dónde se hundirá el Frente Nacional?” me motiva las siguientes reflexiones que me gustaría compartir con ustedes:
Suelo volver a la frase de Heidegger: “Sólo un dios podrá salvarnos”. Tierra y cielo, mortales y dioses y sus relaciones, nos son cada vez más ajenos. No hay nada que valga la pena, que no surja de un sentido de lo sagrado, de un pueblo con dioses. Nada hicieron nuestros antepasados sin sus dioses, ya sean los antiguos paganos o los cristianos europeos, más allá de cuál paganismo y cuál cristianismo estemos hablando. Lo cierto es que nunca hubo hombres sin dioses entre nosotros, hasta que el iluminismo los derribó para que se instalara urbi et orbi el gran dios dinero, con su rostro el consumo y su prostituta la esclavitud.
Lo antisistema de un partido político suele estar en relación con la distancia que ese partido tenga respecto del poder. El Frente Nacional está más cerca del poder y es el número lo que determina en la democracia el acceso al mismo. Por lo tanto no es de extrañar lo que pueda ocurrir. Después de todo y pese a todo es nada más ni nada menos que un partido político.
Pero vuelvo al tema religioso. Una cosmovisión religiosa no necesita un partido ni siquiera un número, aunque los utilicen cuando les haga falta. El Islam tiene su dios, los judíos tienen su dios, nosotros no tenemos nada de eso. Ya sé que el dinero es el dios que “transversalmente” atraviesa todas las religiones y las corrompe, pero además hay en ellas creyentes verdaderos en un número nada despreciable. El problema con los partidos es que son justamente eso: partidos, con una necesidad matemática, con un “ser” matemático. Ni judíos ni islámicos, y me atrevería a decir que hay muchos otros, transformarían su base cultural por un problema de número.
Todos los partidos que dicen defender a Europa, deberían participar en algo con el sentido de Tierra y Pueblo por ejemplo, más allá de los partidos en que militen y sin estar en contra de ellos. Sin cultura no hay dioses y sin dioses no hay pueblo. Y los dioses nacen de lo más antiguo, por eso los judíos ortodoxos andan con su atuendo y los chiítas con el suyo. Y me atrevería a decir que respeto mucho más a los zulúes o a cualquier tribu que se precie, que a nuestros jóvenes europeos o euro descendientes, que perteneciendo por derecho y por sangre a una gran cultura se avergüenzan de ella, la desconocen o la niegan. Si la asumieran en un número apreciable, los partidos también la asumirían buscando ese número que es, después de todo el dios de la democracia moderna y progresista, muy distinto al de la democracia griega o la república romana, como ustedes bien saben. No necesito aquí citar a Gramsci, que después de todo no inventó nada, sólo diré que quienes estamos en la lucha cultural solemos ser consecuentes con los que diciendo defender nuestros puntos de vista encaran una lucha electoral, pero muchas veces ellos, los electoralistas, no se portan del mismo modo con nosotros, y luego terminamos como parece que va a terminar –y deseo que no pase- ese partido que parecía ser el faro para los demás partidos identitarios de Europa.
Juan Pablo Vitali.